Estallido social en el Chile Neoliberal III
Por Mario Garcés Durán*.-
Como se sabe, la madrugada del viernes 15, la clase política parlamentaria chilena, anunció un gran acuerdo por la Paz Social y una Nueva Constitución. Curiosa denominación, la de acuerdo por la paz, ya que era lo que había solicitado Sebastián Piñera en su última aparición pública. El acuerdo, básicamente afirma la voluntad de producir un cambio constitucional, con un plebiscito de entrada –en abril de 2020-; la elección de constituyentes en la elección municipal de octubre del mismo año; el funcionamiento de una “Convención” por 90 días prorrogable y un plebiscito ratificatorio, al final del proceso.
El gran acuerdo político parlamentario se produce en un tiempo veloz, cuando el gobierno de Piñera mostraba su mayor debilidad, con el bloque en el poder fisurado, sin iniciativa política e insistiendo solo en la represión y una agenda social mínima. Muchos datos indicaban que el debilitamiento político del gobierno lo conducían al colapso y una importante mayoría de ciudadanos coreaba en las calles la necesidad de la renuncia de Piñera. Pero, en verdad, como admitían algunos parlamentarios, la crisis del gobierno arrastraría a la crisis del conjunto de la clase política, es decir al propio parlamento. Se requería en consecuencia una acción de “salvataje del gobierno” y también del propio parlamento (“uno para todos y todos para uno”).
El “gran acuerdo histórico” es en realidad un acto de recreación y reproducción de la clase política en el poder, para lo que nuestros políticos profesionales han mostrado históricamente gran oficio. Ejercer el poder con el pueblo a una debida distancia. Es la gran debilidad o, más claro aún, los déficits de una “cultura democrática” del que adolecen las elites chilenas, que una vez más se hace visible y manifiesta.
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Imagen: Patricio Rivera Moya (ECO)
*Publicado en ECO con fecha 19 noviembre, 2019